
La hipertensión pulmonar es un acompañamiento frecuente de muchos trastornos cardíacos y pulmonares, por lo que el estado del lecho vascular pulmonar es a menudo el principal determinante de las manifestaciones clínicas, curso, y la viabilidad del tratamiento quirúrgico. El pronóstico es muy variable, dependiendo de la causa de la hipertensión pulmonar y su severidad en el momento del diagnóstico. En individuos normales, en decúbito supino, las presiones sistólicas son de 15 a 25 mm Hg, la presión diastólica correspondientes son de 5 a 10 mm Hg.
En 2003, el Tercer Simposio Mundial sobre arterial pulmonar Clasificación identificó cinco categorías de la hipertensión pulmonar ( Tabla 67-2 ): (1) hipertensión arterial pulmonar, (2) la hipertensión venosa pulmonar, (3) la hipertensión pulmonar asociada con trastornos del sistema respiratorio o hipoxia, (4), hipertensión pulmonar secundaria a enfermedad trombótica o embólica, y (5), hipertensión pulmonar causada por las enfermedades que afectan directamente la vasculatura pulmonar. Esta clasificación está ampliamente aceptada y esta siendo utilizada en la práctica clínica.
TABLA 67-2 - CLASIFICACIÓN DE LA HIPERTENSIÓN PULMONAR
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